LA VIVENCIA TEA EN EL CONFINAMIENTO.


Aquellos que hayan seguido mis entradas en el blog se habrán dado cuenta que soy una persona bastante contraria a esa tendencia actual que incita a mantener estados de felicidad permanentes y absolutos. Esta tendencia de nuestros tiempos ha sido denominada por una psicóloga que me gusta bastante como Happycracia, y hace referencia a esa tiranía impuesta desde medios de comunicación, redes sociales y algunos terapeutas y no terapeutas, para convertir el sentirse bien en un imperativo, un deber y casi una obligación.

Estos tiempos de confinamiento no son la excepción, al contrario, se observa bastante en los medios de comunicación esa necesidad de decirle a la gente como debe sentirse durante el encierro, dando recetas y pautas bastante generales, algunas muy edulcoradas, que incluso pueden llegar a ser contraproducentes, porque cuanto más te esfuerzas en sentirte bien de forma obligada, peor te sientes. Hace unos días, leí un artículo del periódico el País que hablaba acerca de una cuarentena llevada a cabo en Eyam, un pequeño pueblo de Inglaterra en el año 1666. En este pueblo se confinaron todos sus habitantes de forma autoimpuesta, sin que ningún gobierno lo decretara, lo hicieron con el fin de evitar que la peste negra no se expandiera por otros pueblos, lo cual lo convierte en un acto tremendamente heroico, lo más difícil de todo, es que estuvieron confinados 14 meses. Cuesta imaginar, como estas personas sobrevivieron psicológicamente al confinamiento, sin ningún tipo de entretenimiento de los que tenemos en la vida moderna y sin ninguna pauta ni consejo en la televisión para soportar el encierro. Las pandemias siempre han acompañado al hombre desde que camina por la tierra, y nosotros no íbamos a ser la excepción, por muy avanzados y tecnificados que nos sintamos.


Toda esta introducción la hago para poner el foco en la apertura y aceptación de todo tipo de emociones molestas o desagradables que estemos experimentando por estos días, son emociones y pensamientos normales, ajustados a la situación de incertidumbre que vivimos todos, unos con mayor intensidad que otros, pero malestar psicológico, al fin y al cabo.
En nuestro caso, como padres de niños con TEA, el malestar psicológico puede incrementarse y es posible que aparezcan reacciones de estrés agudo, relacionadas con la problemática de los niños. El hecho de tener que frenar en seco las actividades y rutinas de la vida diaria, nos deja más expuestos a nuestras propias emociones, hace que tengamos tiempo y espacio para entrar en contacto con experiencias emocionales que nos desagradan. Además del encierro, hay que tener en cuenta otras variables dentro de cada familia: el hacinamiento, la preocupación por la economía familiar, la convivencia estrecha entre personas que no se llevan bien, el contexto de noticias tristes y dolorosas al cual estamos expuestos en la televisión, la radio y la prensa, la preocupación por la salud de los familiares, el aislamiento social, entre muchas otras variables que aquejan a cada persona y a cada familia.


Dentro de todo este panorama, pueden activarse en nosotros esquemas relacionados con el TEA, que permanecen “dormidos” o más silentes cuando estamos inmersos en la dinámica del día a día. Cuando estamos dentro del ritmo vertiginoso de la cotidianidad es fácil poner en marcha mecanismos de defensa como la minimización o la negación de los problemas, pero en situaciones anómalas de confinamiento como las que estamos viviendo ahora, es difícil mantener esos mecanismos de defensa que nos protegen en el día a día, porque tenemos demasiado tiempo para pensar, o porque pasamos demasiado tiempo junto a los niños, observándolos más de cerca, amplificando los problemas y poniendo en marcha mecanismos mentales de naturaleza mas rumiativa, más centrados en los problemas y que conectan directamente con nuestros más profundos temores en relación al futuro.
Personalmente he tenido estos días ese tipo de experiencias emocionales y cognitivas y es posible que vosotros también os sintáis identificados con ellas, especialmente padres con niños pequeños que aún nos encontramos en procesos de asimilación y aceptación de la situación derivada del diagnóstico de TEA.

Los procesos de los que os hablo son los siguientes:

1-      El efecto lupa o efecto zoom: este efecto hace referencia a la amplificación de los problemas de la cotidianidad cuando se observan a través de un determinado prisma o perspectiva, es decir, consiste en sobredimensionar los problemas cuando los miramos a través de la etiqueta de TEA. Seguramente muchos padres y madres están ahora más sensibles ante los comportamientos anómalos de sus hijos ante una situación que es también anómala, pero no los sobredimensionan por que los observan desde el prisma de la “normalidad”, el problema viene cuando un diagnóstico nos hace filtrar la información que recibimos y hace que cualquier comportamiento sea adjudicado al TEA, lo cual nos causa un enorme malestar.


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        -   Aumento de la autoexigencia como padres: el hecho de tener más tiempo libre en casa y desvincularnos de la tiranía de los horarios puede llevarnos a pensar que debemos aprovechar ese tiempo para llenar las horas con actividades y juegos que nos permitan desarrollar habilidades o mejorar la conexión con los niños. Sin embargo, puede ocurrir que estas actividades no sean todo lo productivas que esperábamos, ya que, debido a la situación actual, nuestro estado de ánimo y el de los niños puede estar alterado, es posible que no encontremos disposición por parte de ellos a querer participar, es posible que nosotros mismos no estemos tan pacientes y dispuestos para trabajar con ellos. Se da entonces la paradoja, exceso de tiempo, pero falta de disposición de parte y parte. Todo esto, en función del perfil que tengamos cada uno (más controlador-menos controlador), puede conducirnos a sentir emociones relacionadas con la incompetencia como padres y con ello pueden sobrevenir sentimientos irracionales de culpa, ideas distorsionadas acerca de cómo “deberían” ser las cosas. Debemos tener en cuenta que nuestro estado de ánimo puede no ser el más óptimo en estos momentos.



3-      Los problemas de conducta pueden agudizarse: no es nuestro caso porque el niño no tiene problemas de conducta, lo que suelo percibir en él es una mayor irritabilidad e intolerancia a la frustración, pero no llega a ser problemática. Sin embargo, hay muchos niños con TEA que necesitan de una estructura muy clara en su cotidianidad y el no disponer de esa estructura, puede ocasionar problemas de ansiedad que se manifiesten en problemas de conducta.




4-      Pueden aparecer un mayor número de emociones mal llamadas negativas: no me gusta llamar a las emociones desagradables o molestas como emociones negativas. Si el ser humano tiene en su equipaje emocional esta serie de vivencias es porque son útiles, las necesita y tienen una función. El ser humano dispone de 6 emociones básicas: la tristeza, la ira, el miedo, el asco, la sorpresa y la alegría. Es curioso que, de las seis emociones, cuatro sean de índole negativa (miedo, ira, asco y tristeza). Esa es una de las razones por las cuales el ser humano tiende a estar más enfocado hacia lo negativo, porque es importante para la supervivencia, es por ello que estas nuevas tendencias de Happycracia no sirven para nada, porque el ser humano no está desarrollado para vivir centrado en lo positivo. Este tipo de tendencias desconocen profundamente la naturaleza humana y sus aspectos biológicos y evolutivos, no se trata de ser un pesimista crónico, se trata de intentar poner el foco en aquello que tenemos, en todo lo que nos permite sentirnos agradecidos, pero sin intentar buscar desesperadamente un estado de felicidad permanente y absoluto. 

    Cada familia tendrá problemas diferentes en función de la gravedad de los problemas asociados al TEA, nuestros problemas son pequeños y por ello, manejables, por tanto esta entrada hace referencia a una vivencia muy subjetiva y única del TEA durante estos tiempos.

      El ser humano es inconforme por naturaleza y ese es precisamente el motor que le hace avanzar, el ser humano tiene un sesgo hacia aspectos negativos y es esta capacidad la que le permite estar alerta para sobrevivir. Si tenemos en cuenta todo esto, podremos entender la razón por la cual durante estos días nos visitaran ese tipo de emociones con mayor frecuencia y activaran en nosotros esquemas de temor hacia el futuro de nuestros hijos, durante estos días pueden surgir preguntas acerca de aspectos relacionados con el desarrollo de los niños, temores acerca de retrocesos o estancamientos por la falta de terapias, de interacción en el colegio y pueden activarse también miedos más a largo plazo, en relación al futuro, tenemos que tener en cuenta que ahora disponemos de más tiempo para pensar y hacer proyecciones y viajes temporales que nos hacen vivir más en el futuro que en el momento presente. La mayoría de estas ideas serán de naturaleza irracional, incluso este periodo de pausa obligada puede servir como descanso de terapias y otras exigencias para nuestros niños y seguramente volverán a sus actividades con mayor energía, es posible que la vuelta a la rutina les cueste un poco, pero cuando consigan adaptarse otra vez, tengan un muy buen desempeño a nivel terapéutico.

Todos estamos atravesando sin excepción momentos difíciles, de gran incertidumbre y preocupación, todo es completamente normal teniendo en cuenta la situación de ruptura de la normalidad, si algo debe enseñarnos esta situación es a aceptar nuestras limitaciones como seres humano, la falta de control que tenemos sobre casi todo, da igual si vivimos en sociedades avanzadas, tecnificadas y científicas, no existen respuestas para todo, ni soluciones para todo, ante una pandemia somos todos iguales y no nos diferenciamos mucho de los habitantes del pueblo de Inglaterra de 1966, somos tan vulnerables como ellos, solo que a lo mejor esas personas tenían un afrontamiento diferente de la situación, a lo mejor una mayor aceptación de la incontrolabilidad de la vida, o menos necesidades “creadas”, es posible que en esos momentos lo único realmente importante era la supervivencia propia y ajena, todo lo demás era secundario o incluso terciario. A veces recuerdo que mientras me estoy lamentando por mis cosas, justo en ese momento están muriendo personas en soledad, sin el acompañamiento de sus seres queridos  y eso me aterriza y conecta con la realidad, además me hace sentir agradecida, a veces hago viajes mentales hacia otras latitudes, diferentes esta y pienso en aquellos países en los cuales el confinamiento es equivalente a la miseria, lugares donde los gobiernos no ayudan absolutamente nada, también a veces miro atrás en el tiempo y pienso en aquellos que huían de la peste encerrándose en sus casas, por ejemplo de la peste bubónica, pero confinarse no servía para salvarles la vida, pues las pulgas estaban por todas partes y era inevitable que entraran en las casas. Estas proyecciones espaciales y temporales pueden ayudarnos a contactar con nuestra realidad, con el momento presente y nos pueden servir para relativizar nuestros problemas.

Estas reflexiones espaciales y temporales me ayudan a tener perspectiva de mis propios problemas y de mis preocupaciones, me sirven para flexibilizar mis expectativas, para renunciar a tener el control permanente de todo y plasmar y compartir estas reflexiones me permiten sentirme mejor. Es momento de conectar con nuestros hijos más desde la realidad, desde sus intereses y no desde los nuestros, de sentarnos a disfrutar con ellos de una canción, unos dibujos o cualquier cosa sencilla. Ya habrá tiempo para volver a la exigencia, al logro, al objetivo conseguido. Por ahora, seamos compasivos con nosotros mismos y tengamos apertura a toda experiencia emocional, sea buena o menos buena.

Comentarios

  1. Muy interesante el artículo, me sorprendió bastante la introducción!
    Nos sentimos agobiados por la situación que estamos viviendo en el mundo a causa del covid 19, pero no vemos el lado positivo y las facilidades que nos brinda la tecnología... caray! Q guapos tanto tiempo confinados! Y por voluntad propia!
    Ademas muchas cosas me invitan a reflexionar, a veces llamamos las cosas de forma incorrecta, generando una especie de etiquetas...olvidándonos de que somos seres complejos y que el «color rosa» no siempre debe estar presente... omitiendo la importancia de los matices en nuestra propia construcción!
    Las redes sociales son solo una pantalla, definitivamente!

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