INTRODUCIÉNDONOS EN LA TERAPIA DE INTEGRACIÓN SENSORIAL.



Tengo que reconocer que la terapia ocupacional y en concreto la terapia de integración sensorial se ha convertido en un enorme descubrimiento para mí. A pesar de haber estudiado psicología y realizar formación de post grado, no había escuchado hablar nunca de ella y es que por lo menos aquí en España esta modalidad terapéutica es bastante desconocida.

A partir del diagnóstico de TEA del niño, intenté informarme de la mejor manera posible acerca de cuáles son los tratamientos más indicados y con mayor aval empírico para tratar los diversos problemas que presenta mi hijo.  Después de dedicar muchas horas a leer fui sacando en claro que a parte de las terapias que el niño recibe fuera de casa, dentro de nuestro propio hogar podíamos ayudarle muchísimo en su proceso, el método Denver por ejemplo, se ajustaba bastante a lo que yo estaba buscando, una forma de trabajar lúdica, que partiera de los intereses del niño, que se basara en el juego y que no supusiera una carga para él.

Durante poco más de un año hemos venido trabajando en casa y poniendo en práctica los diferentes juegos y actividades que voy compartiendo con vosotros a través de Instagram y he de decir que en lo que a comprensión del lenguaje, atención conjunta, atención selectiva y sostenida, intención comunicativa y precursores del lenguaje se refiere, hemos avanzado mucho.
Sin embargo, en ese trabajo diario que realizamos en casa, muchas veces encuentro limitaciones y barreras. Estas limitaciones, están relacionadas con la rigidez cognitiva del peque, en concreto con su resistencia a experimentar cosas nuevas. En el desarrollo normativo, los niños suelen ser bastante curiosos, les encanta la novedad, estas características propias de la infancia son muy importantes en el desarrollo, pues permiten al niño explorar su entorno y exponerse a muchísimas situaciones de aprendizaje.

Con el transcurrir de los meses empiezo a preguntarme cual será el origen de ese rechazo sistemático a probar cosas nuevas, incluyendo los alimentos (nuestro gran caballo de batalla). Empiezo a investigar un poco más que es lo que hay exactamente detrás de esa rigidez, por ejemplo, por qué el niño se niega a tocar texturas diversas como la plastilina o por qué en estando en el parque se niega a subirse a los columpios.
Decido entonces comentarle estas cuestiones a un terapeuta ocupacional y es el quien empieza a hablarme acerca del Desorden de Integración Sensorial. Este desorden, suele estar presente en muchos problemas del desarrollo infantil, no solo en el TEA, también en el TDAH, en los trastornos del lenguaje, en los retrasos madurativos, entre otros y hace referencia a la dificultad que presenta el sistema nervioso para procesar determinados estímulos que provienen del ambiente (sonidos, texturas, sabores) y para procesar estímulos que provienen del propio organismo.
 Estos estímulos que para niños con desarrollo normativo no suponen ningún problema, en el caso del desorden de integración sensorial pueden vivirse como demasiado intensos o, todo lo contrario, pueden no percibirse.

Esta inadecuada percepción de los estímulos que provienen del ambiente o proviene incluso del propio cuerpo, se convierte en limitante a la hora de explorar el entorno y exponerse a situaciones propicias para el aprendizaje. Puede además afectar la conducta adaptativa, por ejemplo, si no hay una adecuada percepción del propio cuerpo es muy difícil enseñar a los niños conductas básicas de autonomía como quitarse y ponerse el abrigo, ya que si no existe una correcta conciencia corporal es muy complicado planificar los movimientos necesarios para ejecutar este tipo de actividades.  
Después de pasar por un cuestionario llamado Sensory Profile observamos que los problemas sensoriales del niño están centrados en la parte táctil, de ahí el rechazo a tocar texturas y en la parte oral, lo cual explicaría el rechazo a los alimentos y la alta sensibilidad a la hora de lavarle los dientes.

 También se observa un inadecuado procesamiento propioceptivo, esto quiere decir que presenta dificultad para notar la posición del cuerpo y de sus propios movimientos, este aspecto explicaría la inseguridad que siente a la hora de realizar acciones motoras y de jugar con otros niños a juegos de contacto (pilla -pilla). De hecho, mirando en retrospectiva, recuerdo que el niño cuando era bebé no paso por la fase de la oralidad, en la cual los niños exploran todo con la boca. Ahora que tengo una niña pequeña en casa, con un desarrollo bastante diferente, la cual explora todo con la boca, puedo empezar a comprender la base que sustenta la mayoría de los problemas que tenemos, recuerdo muy bien como mi hijo solo exploraba los objetos con las manos, observando los detalles con gran concentración.  Podríamos decir que allí se estaban manifestando los marcadores tempranos de TEA, pero esta cuestión es controvertida y daría para una entrada a parte en el blog.

 

Teniendo en cuenta este panorama, una alternativa podría ser esperar a que su sistema nervioso central madure más y vaya superando estos problemas, total, en nuestro caso no son limitantes a nivel familiar, de hecho, nosotros podemos salir con el niño a cualquier sitio al no presentar sensibilidad auditiva por ejemplo y en el terreno de alimentación, aunque no come suficientes sólidos, se encuentra bien alimentado. Sin embargo, yo no soy mucho de esperar la verdad, mi propia personalidad y mi temperamento no se caracteriza por la paciencia y la pasividad.
 Ahora que comprendemos que en los problemas del niño existe una base de procesamiento de estímulos la cual puede ser trabajada mediante terapia, no me cabe la menor duda de que debemos dirigir nuestros esfuerzos a ello y buscar a profesionales formados en esta área en la cual me declaro completamente ignorante. Yo puedo ayudarle al niño a nivel conductual, de comunicación y de lenguaje, pero tengo mis límites y mis fronteras y estas están centradas en problemas que parecen ser nucleares. También soy consciente de que debemos aprovechar toda esa plasticidad cerebral con la cual contamos ahora, teniendo en cuenta que el niño aún no tiene ni tres años cumplidos.

De esta modalidad terapéutica tan bonita e interesante, la cual se centra en el juego, la actividad física y una exposición muy progresiva y gradual a aquellos estímulos que tanto teme el niño espero que a medio largo plazo podamos mejorar en las siguientes áreas:

1-      Alimentación: mediante la exposición a nuevas texturas a través del tacto. Recordemos que los niños en su desarrollo, antes de probar alimentos nuevos suelen jugar con ellos manipulándolos con las manos. Además, esperamos que un adecuado procesamiento sensorial consiga disminuir el rechazo a determinados tipos de alimentos que hoy por hoy le resultan aversivos.

2-      Autonomía: si conseguimos que sea más consciente de su propio cuerpo y con ello mejoramos su propiocepción, será más sencillo para el programar la ejecución de movimientos más complejos para desarrollar las actividades de la vida diaria.

3-      Seguridad en sí mismo: en la línea de lo anterior, si conseguimos mejoras a nivel propioceptivo se sentirá más seguro a la hora de relacionarse con los otros niños de su edad (en esta edad suelen ser caóticos), se empujan, juegan bastante brusco. Para desarrollar estos juegos es necesario tener seguridad y confianza en sí mismos, del mismo modo que para lanzarse por un tobogán en una piscina.

4-      Incremento de oportunidades de aprendizaje: los niños aprenden mediante dos vías fundamentales, una es la imitación y otra es la curiosidad que presentan hacia el entorno. La imitación ya la tenemos bastante establecida, sin embargo, la exploración de entornos y la implicación en actividades novedosas, sigue siendo una asignatura pendiente. Es fundamental saber que no podemos obligar a los niños con un desorden sensorial a exponerse a situaciones que les generan pánico, es como si nosotros tenemos fobia a las alturas y nos obligan a subir a un globo. La exposición debe ser gradual y enmarcada en ambientes de juego, no queremos conseguir el efecto contrario al obligarlo, generando más aversión y rechazo.

5-      Esperamos también que mediante estas sesiones se favorezca aún más la interacción y la comunicación.

Cada familia debe determinar cuáles son los problemas sensoriales de sus hijos y esto suele conseguirse mediante una sencilla evaluación, a través de un test. A partir de esa base podemos trabajar muchos problemas que a veces nos resultan desconcertantes y extraños. Afortunadamente estos problemas se pueden tratar mediante la terapia de integración sensorial. Espero poder contaros próximamente nuestros avances en estas áreas, tengo grandes expectativas puestas en esta terapia, además el niño se lo va a pasar genial, todo es juego: columpios, piscinas de pelotas, materiales para manipular, colchonetas para saltar, etc., con lo cual no lo va a vivir como una sobrecarga a su agenda de actividades. 

Resultado de imagen de sala de integracion sensorial




Comentarios

  1. Qué interesante! Este test del que hablas ¿dónde se puede encontrar? Gracias

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    1. Si quieres envíame un mensaje diciéndome tu correo electrónico y te lo envío.

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