Viviendo el propio proceso.
Cuando unos
padres se enteran que su hijo tiene algún problema del desarrollo lo primero
que hacen es poner en marcha todos los recursos y mecanismos que puedan ayudar
al niño. Esto incluye buscar los profesionales más indicados para que los niños
reciban terapia, pasar horas y horas leyendo libros, buscando información en
internet y sobre todo aplicar todo aquello que nos enseñan en terapia con el
fin de generalizar todos esos aprendizajes a la vida diaria, y en medio de todo
ese proceso nos encontramos nosotros como padres, completamente perdidos,
conscientes de que tenemos que estar bien anímicamente para poder ayudarles a
ellos, a nuestro hijos, pero sin saber muy bien cómo manejar el tsunami que
estamos atravesando en ese momento, sobre todo en los primeros meses después del
diagnóstico.
Evidentemente
para sentirnos mejor no existen recetas mágicas, el proceso que atraviese cada
familia dependerá en gran medida de las características de personalidad de cada
padre, de la propia evolución del hijo, de la presencia o no de una red de
apoyo social, de la severidad de determinados problemas, por ejemplo, los
problemas graves de conducta, entre muchas otras variables.
Como el TEA
es un espectro muy amplio, con muchos niveles distintos de funcionamiento, cada
familia tendrá unas vivencias diferentes, sin embargo, os puedo ofrecer algunas
claves que en lo personal me han ayudado a tener niveles más altos de bienestar
y no felicidad perfecta y absoluta, es más, dudad de cualquier libro que os
prometa ese paraíso anhelado de felicidad completa, porque ya os advierto que
el ser humano no está hecho para ser feliz, de esto os hablare más adelante, en
otra entrada.
Bueno, sin más
preámbulo, vamos a ello, a las claves que a nivel psicológico pueden ayudarnos
a entender mejor nuestro propio proceso.
1- La aceptación: cuando hablo de aceptación
no me refiero en ningún caso a la aceptación del trastorno, llámese TEA, llámese
TEL o el nombre que tenga. La aceptación en un proceso que cada uno debe llevar
sin ningún tipo de presión, a veces, este proceso dura toda la vida, como os comenté
en un párrafo anterior, esto dependerá de muchas variables. Cuando hablo de aceptación
me refiero a las propias emociones, sentimientos y pensamientos que surgen
durante todo el camino, aunque este torbellino emocional sea más intenso al principio
y es que en nuestra sociedad se nos ha enseñado desde niños a ejercer el máximo
control de las emociones, hemos aprendido que sentirnos mal está prohibido, por
ello aunque no nos demos cuenta y no seamos conscientes de ello, estamos sistemáticamente
evitando cualquier tipo de emoción que consideremos negativa. El problema, es
que la propia evitación de las emociones (ira, tristeza, ansiedad, preocupación,
culpa) genera el efecto contrario, es decir la amplifica. Cuando hacemos
esfuerzos por no pensar, por no sentir, por no llorar, en realidad estamos
concentrando toda nuestra energía en ello y lo único que obtenemos es sentirnos
peor. Lo que os propongo es normalizar las experiencias, incluso abrirles un
espacio, entrar en contacto con ellas y observarlas. Es bueno de vez en cuando
intentar distraernos, pensar en otras cosas, pero también es necesario abrirse
de vez en cuando a los sentimientos, a los pensamientos y a las emociones, sin
juzgarlas, sin cuestionarlas. Para aprender a entrar en contacto con las
propias experiencias internas os recomiendo la práctica de Mindfulness, existen
muchísimos vídeos en Internet acerca de cómo realizarla y requiere solo 10
minutos al día. Esto que os he dicho puede, sin duda parecer contrario aquello
que cultural y socialmente se nos ha enseñado, pero hoy en día, las nuevas
terapias psicológicas trabajan justamente en esa dirección, la de dejar de
evitar las emociones y transitar por ellas porque hacen parte del equipaje que
llevamos con nosotros como seres humanos. Se dice incluso, que el incremento de
problemas psicológicos en sociedades avanzadas o muy tecnificadas como la
nuestra, proviene exactamente de esa nueva cultura de evitación del malestar
que lleva consigo una premisa que se ha convertido en mantra: hay que estar
siempre bien y ser feliz siempre. Como si la vida fuera la isla de Ibiza.
2- La comparación: hay quien dice por ahí
que las comparaciones son odiosas y es que sin duda comparar puede generar
enorme malestar, especialmente cuando comparamos a nuestros niños con aquellos
que llevan el desarrollo normativo o típico o cuando los comparamos con otros
niños con TEA con diferentes grados de afectación. Todo ello nos causa dolor,
pero la comparación al igual que las emociones constituyen parte fundamental de
nuestro equipaje como seres humanos, es más, la mayoría de nuestro lenguaje está
constituido en el marco de la comparación. Haced el ejercicio de prestar atención
durante un día entero a la forma en la cual pensamos y hablamos. Estamos
siempre comparando con el pasado, con el futuro idealizado y con los demás.
Curiosamente, casi siempre nos
comparamos hacia arriba, es decir con aquellos que están mejor, pocas veces en
nuestra vida tenemos momentos de reflexión que ejercemos la comparación hacia
abajo, con aquellos que están peor que nosotros, en ese sentido se puede decir
que el ser humano es bastante injusto o muy poco objetivo, pero en realidad la comparación
hacia arriba tiene mucha utilidad, al menos para evolucionar como seres
humanos, ya que nos ayuda siempre ha superarnos y a avanzar, gracias a ella el
ser humano con su inconformidad siempre ha alcanzado logros más altos, gracias
a la comparación hemos descubierto que el desarrollo de nuestros hijos no iba
por el camino indicado.
Teniendo en cuenta esta pequeña
clase acerca de lo que significa la comparación en el terreno de la psicología humana
y comprendiendo que debemos normalizarla y no evitarla, sí que podemos
amortiguar su impacto en nuestra vida dirigiéndola y enfocándola más hacia los
propios logros del niño, es decir, que en vez de realizar comparaciones sistemáticas
con otros niños, realicemos comparaciones entre las cosas que el niño no hacía
antes y las que es capaz de realizar ahora, valorando esos pequeños/grandes
pasos y si algún día nos descubrimos a nosotros mismos observando en el parque
a aquellos niños con desarrollo normativo, podamos suspirar y decirnos: “aquí estas
otra vez, comparación, visitándonos”. Esto que os acabo de contar va en la línea
de la aceptación, de todo aquello que nos configura como seres humanos,
incluyendo todo lo que nos produce malestar.
3- Por último, un ejercicio práctico, el
escribir como un recurso terapéutico de gran valor. A mí en lo personal me ha
ayudado mucho. El escribir nuestras vivencias y experiencias ayuda a poner en
orden el pensamiento, sirve como medio de liberación y desahogo emocional,
sobre todo cuando no queremos contagiar a los demás con nuestras propias
preocupaciones (algo que ocurre mucho en pareja), o cuando sentimos que no
queremos saturar al entorno con nuestra problemática. Cuando pasa un tiempo,
podemos leer lo que hemos escrito para ver las cosas con perspectiva. Recuerdo
cuando escribía acerca del temor que sentía a que mi hijo no pudiera hablar,
ahora que mi hijo tiene un gran vocabulario y empieza a formar pequeñas frases,
puedo mirar con perspectiva todo aquello. Escribir nos permite viajar a las
profundidades de nuestro ser, nos permite conocernos mejor, en resumen, es una
forma maravillosa y muy efectiva de procesar todo lo que nos va ocurriendo.
Para finalizar, solo una recomendación: no dudéis
en buscar ayuda profesional si en un momento puntual de vuestra vida no podéis
gestionar todo este torbellino o tsunami emocional, la vivencia de cada familia
es única, dependiente de muchísimos factores, en nuestro caso, aunque tengamos
altibajos como cualquier familia y a veces sintamos angustia, desesperanza y
miedo, nos ha ayudado mucho tener ciertos factores protectores como puede ser
nuestras propias características de personalidad, el apoyo familiar y la implicación
que hemos tenido en el proceso del niño con buenos resultados. De vez en cuando
nos visita el miedo, nos visitan las dudas, a veces es la señora comparación quien
hace su aparición. Todas son bienvenidas al baile de la vida, si las tratáramos
como invitadas indeseadas intentando apartarlas posiblemente nos perderíamos de
aquello que realmente nos importa. Puede que sea mejor dejarlas pasar un rato a
la fiesta y no gastar nuestra energía intentando que se marchen. Os prometo
seguir escribiendo para vosotros: padres!!!
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